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Trump arranca la demolición del Ala Este para construir su salón de baile en la Casa Blanca

La obra está valuada en más de 200 millones de dólares, financiada por aportaciones privadas

Washington D. C. — Las excavadoras irrumpieron esta semana en los terrenos presidenciales estadounidenses para dar inicio a una de las remodelaciones más ambiciosas en la historia de la Casa Blanca: la construcción de un nuevo salón de baile impulsado por el presidente Donald Trump.

La obra, valuada en más de 200 millones de dólares y financiada con aportaciones privadas —incluidas las del propio mandatario—, contempla un recinto de más de 8 mil metros cuadrados con capacidad para cerca de mil invitados. Sin embargo, el proyecto ha generado una ola de críticas por la demolición del Ala Este, una zona emblemática que durante décadas ha albergado las oficinas de la primera dama y parte del personal administrativo.

Aunque en un principio la administración Trump aseguró que el nuevo espacio sería un anexo “sin impacto estructural” sobre la residencia original, las imágenes difundidas por periodistas muestran maquinaria pesada derribando muros y cristales del histórico edificio.

Durante un encuentro con senadores republicanos, Trump no ocultó su entusiasmo: “¿Escuchan ese sonido? Es música para mis oídos”, dijo entre risas, en referencia al ruido de las demoliciones que se escuchaban desde el Jardín de las Rosas.

La obra estará a cargo de la constructora Clark, responsable de varios proyectos icónicos en la capital estadounidense, y el diseño fue encomendado al despacho McCrery Architects, que promete mantener el estilo neoclásico característico de la mansión ejecutiva.

Sin embargo, el entusiasmo presidencial no es compartido por todos. El National Trust for Historic Preservation y la Sociedad de Historiadores de la Arquitectura exigieron detener temporalmente los trabajos, al considerar que la ampliación “abruma” al edificio y pone en riesgo el equilibrio del diseño original, vigente desde el siglo XVIII. En una carta dirigida a las autoridades, las organizaciones pidieron que el plan sea sometido a revisión pública y a la evaluación de las comisiones nacionales de planificación y bellas artes.

Pese a los reclamos, las labores avanzan sin pausa. Personal que solía trabajar en el Ala Este ya fue reubicado, mientras los escombros se acumulan en los jardines del complejo presidencial.

Para Trump, el proyecto no solo simboliza una mejora arquitectónica, sino un gesto histórico: “Durante más de 150 años, los presidentes han soñado con tener un salón de baile para recibir a sus invitados. Yo lo haré realidad”, publicó en redes sociales.

De completarse, el nuevo salón de baile sería la modificación más grande al edificio desde las reformas impulsadas por Harry S. Truman a mediados del siglo XX, marcando un nuevo capítulo —y una nueva silueta— en la historia de la Casa Blanca.