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Más allá del Pasado

Columna por Luis Sandín

Madurar es entender que, en los escenarios políticos contemporáneos, plagados con frecuencia por promesas incumplidas y declaraciones huecas, se logra lo posible, no siempre lo deseable, y que en política no hay lugar para dramas pasados ni para conflictos que solo distraen de lo esencial. Así lo demostró el presidente municipal de Tijuana, Ismael Burgueño, quien, mediante un acto de transparencia y responsabilidad que merece un reconocimiento justo y detallado, presentó ante cinco mil personas su Primer Informe de Actividades, reportando avances claros y objetivos que comienzan a modificar positivamente la vida de sus coterráneos a tan solo un año de haber asumido una administración en condiciones complejas.

Entre muchos otros aspectos, Burgueño reportó una inversión de 2,381 millones de pesos que permitió la adquisición de 34 unidades especializadas de mantenimiento de vialidades, 129 camiones recolectores de basura y la instalación de 30 mil luminarias nuevas. También destacó la creación de 327 rutas de recolección de residuos sólidos, la realización de 215 jornadas médico-asistenciales y avances en programas sociales dirigidos a los sectores de atención prioritaria que antes carecían incluso de los servicios más básicos.

A pesar de los buenos resultados, el presidente municipal, sin empacho y sin edulcorantes, reconoció que los retos son enormes y falta mucho por hacer. Esta realidad es también la que los tijuanenses estamos llamados a vivir, dejando atrás la frivolidad de viejas disputas políticas y centrando la atención en la verdadera necesidad: el bienestar y desarrollo de una ciudad pujante.

Para no perder el foco, hay dos aspectos incontestables: el presidente municipal no puede ni debe cargar con las heridas y nostalgias de quienes tienen una historia política marcada más por la traición a sus electores que por un cariño genuino —aunque lo repitan cada que pueden—; y la ciudadanía hoy goza de una prestación más eficiente de los servicios públicos, una reconstrucción del tejido social y, como consecuencia, un fortalecimiento del principio de confianza legítima en el alcalde. Algo que, en estos momentos, le viene de maravilla a la Cuarta Transformación.

Aunque gobernar con resultados nunca estará exento de críticas, porque todo es perfectible, como ciudadanía debemos mostrar una actitud proactiva y participativa, y condenar las expresiones de voces lánguidas cuyas posturas —más allá de la crítica legítima— parecen estar motivadas por oportunismo político. Al despreciar el presente y atenuar el peso de su propia gestión pasada, esas voces no ayudan: dividen y empobrecen el debate público.

Continuemos respaldando el liderazgo firme, con visión y compromiso real de Ismael Burgueño. No perdamos de vista que gobernar una ciudad con las características y complejidades de Tijuana exige no solo voluntad política, sino también todo el apoyo posible para concentrarse en los asuntos vitales. Hoy más que nunca, quienes vivimos en esta frontera necesitamos un gobierno que no se distraiga en las heridas del pasado ni en peleas estériles. Merecemos y reclamamos un presidente municipal que gobierne con responsabilidad, resultados y visión. Precisamente Burgueño, quien manda en Tijuana, lo ha dejado claro, y es justo que se le reconozca y respalde para continuar la labor que apenas comienza.