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Expresidente de Brasil Jair Bolsonaro es arrestado por intentar evadir condena de 27 años

La detención ocurrió alrededor de las seis de la mañana. Bolsonaro fue trasladado desde su residencia en un condominio de lujo en Jardim Botânico hacia la sede de la Policía Federal en Brasilia.

El clima político de Brasil volvió a encenderse este sábado cuando el Supremo Tribunal Federal ordenó la detención preventiva del ex presidente Jair Bolsonaro, luego de que el juez Alexandre de Moraes concluyera que el ex mandatario estaba intentando fugarse días antes de iniciar la condena de 27 años de prisión que enfrenta por encabezar un intento de golpe de Estado. Según el fallo, la tobillera electrónica que Bolsonaro utiliza desde julio registró una alteración sospechosa a las 00:08 horas, lo que el magistrado interpretó como un intento deliberado de romper el dispositivo aprovechando la confusión generada por una manifestación convocada por su hijo, el senador Flávio Bolsonaro.
La detención ocurrió alrededor de las seis de la mañana. Bolsonaro fue trasladado desde su residencia en un condominio de lujo en Jardim Botânico hacia la sede de la Policía Federal en Brasilia. De Moraes ordenó que el procedimiento se realizara sin esposas y evitando exposición mediática, por tratarse de un ex jefe de Estado. Su equipo confirmó que el traslado se ejecutó con estas condiciones.

El juez argumentó que el video publicado por Flávio Bolsonaro, en el que pedía a los simpatizantes “salir a luchar” por su padre, reforzaba el riesgo de fuga. Para el Ministerio Público, dicho llamado podía facilitar que el ex presidente buscara refugio en alguna embajada cercana, como la de Estados Unidos, ubicada a pocos minutos de su domicilio. La convocatoria fue interpretada por la corte como una estrategia coordinada para desestabilizar el orden y torpedear el proceso judicial, algo que, según Moraes, forma parte de un patrón de desprecio a las instituciones democráticas protagonizado por la red política del ex mandatario.

Bolsonaro se encontraba en prisión domiciliaria desde el 4 de agosto, medida impuesta tras sospechas de obstrucción de su proceso. Su condena por intentar revertir su derrota electoral de 2022 —y por encabezar un complot que, según la fiscalía, incluía planes para asesinar a Luiz Inácio Lula da Silva e impulsar una insurrección en 2023— deberá cumplirse en régimen cerrado. Él niega todas las acusaciones. La corte ya había rechazado un recurso de su defensa a mediados de noviembre, mientras sus abogados insisten en que debe cumplir la pena en casa debido a sus múltiples problemas de salud derivados de la puñalada que sufrió en 2018. Documentaron cirugías recientes, episodios de hipo incontrolable y desmayos, y advirtieron que enviarlo a prisión supone “un riesgo de vida”.

La orden de prisión preventiva debe ser ratificada por otros magistrados el lunes, y Bolsonaro enfrentará una audiencia de custodia por videoconferencia este domingo. Mientras tanto, la Policía Federal lo mantiene en un complejo donde recibirá exámenes médicos antes de ser enviado a prisión formalmente, como exige la ley brasileña para iniciar el cumplimiento de su sentencia.

Pese a que no podrá competir electoralmente hasta 2030, Bolsonaro sigue siendo la figura dominante de la derecha brasileña. Sus simpatizantes sostienen que es víctima de persecución política y se preparan para manifestarse frente a la sede policial. Su esposa, Michelle Bolsonaro, publicó un mensaje en redes sociales asegurando que confía en la “justicia divina”, aunque cuestionó la imparcialidad del sistema judicial.

En el plano internacional, el caso también reavivó tensiones: Donald Trump, aliado cercano del ex presidente brasileño, calificó su juicio como una “caza de brujas”, mientras que en semanas recientes la Casa Blanca mencionó a Bolsonaro en decisiones comerciales que elevaron temporalmente aranceles a exportaciones de Brasil.

El proceso avanza en un país que, según el propio De Moraes, ha alcanzado suficiente madurez democrática para enfrentar “iniciativas ilegales y patéticas” destinadas a socavar sus instituciones. Y este sábado, con la detención de su ex presidente, esa afirmación volvió a ponerse a prueba.